(284 palabras) Muchos están acostumbrados al hecho de que Dostoievski es el autor de importantes obras filosóficas, pero su trabajo diluye armoniosamente la novela sentimental "Noches Blancas". La trama, como todo sentimentalismo, es bastante triste: un joven se enamora de una niña, ella le cuenta su triste historia, pero no se quedan juntos porque Nastya eligió a otra. El personaje permanece solo, perdonando a su amada y deseándole felicidad. Pero la imagen del protagonista, el Soñador, merece especial atención.
A lo largo de la historia, nunca sabremos el nombre del personaje principal, se hace llamar el Soñador, y un extraño sin rostro encantador aparece ante nosotros. Vive en San Petersburgo durante ocho años, y aunque reconoció a los residentes de la ciudad, no logró conocerlo. Está claro que el Soñador está solo, pero no siempre está claro si sufre de esto. En una conversación entre un joven y Nastya, el lector descubre que el héroe también es bastante tímido. Al principio, ni siquiera sabe si se comunica correctamente con ella, porque nunca se dirigió a las mujeres.
El personaje dice sobre sí mismo que "el soñador no es un hombre, sino una especie de ser de clase media". El héroe ve en Nastya la oportunidad de vivir una vida real y no ahogarse en sueños, como solía hacerlo. Incluso hasta el amor sincero y puro, como las noches blancas, el amor a la heroína, el Soñador declara que estaba enamorado simplemente "del ideal, del que soñaría en un sueño". Probablemente por eso, cuando la historia termina tristemente con una carta de una niña pidiendo perdón, el héroe pone su felicidad por encima de todo, porque ella es el evento más sorprendente de su destino.
A imagen del Soñador, uno siente un deseo de excelencia y una sed de traducir el ideal a la realidad, pero, como sugiere el final, es muy discutible que tal cosa sea posible. Y sin ganar la felicidad, el héroe vuelve a sentirse solo. Es interesante que el propio Dostoievski se esconda detrás de la figura del Soñador, y los motivos autobiográficos enfatizan el valor creativo y espiritual de la vida en el trabajo.